viernes, 31 de agosto de 2012

Otra declaración de amor. Otro 31 de Agosto.













Eres el pálido rayo de luna
que me despierta, me asusta y me desvela.

- Eres ese pétalo de rosa
que el viento acuna
y el pensamiento ciega.

- Eres el cielo y la tierra,
la luz y la ceguera...

- Eres como el calor
que busca el vagabundo
refugiado en su mísera hoguera.

- Hoy me encuentro cabizbajo,
soñador y lánguido, meditabundo...

- Me pregunto si habrá en el mundo
otra de tal belleza y desparpajo.

Otra que enamore con la mirada.
 
 
 
Han pasado más de diez años desde que decidimos compartir nuestros caminos, y desde entonces hemos sido infatigables compañeros de viaje. Hemos luchado hombro con hombro contra las adversidades y hemos aprendido a vencer todos los contratiempos que se nos han puesto por delante. Hoy es un día de celebración, de aniversario; y quiero que sepas que sigo viendo en tí a la mujer que me enamoró al primer golpe de vista. Eres la única que hace brillar de codicia mis ojos cada amanecer. La única que ha sido capaz de enamorarme con su simple mirada. Te quiero, Vero...

domingo, 5 de agosto de 2012

Devorando noches sin luna y sintiendo su acidez en mis entrañas.



Para toda la vida. Al menos eso decías antes de que tus promesas me supieran a vacías. Amarme y respetarme todos los días de tu vida; en la salud y en la enfermedad. En la riqueza y en la pobreza; en lo bueno y en lo malo...
TODOS LOS DIAS DE TU VIDA. Lo dijiste, y lo hiciste mientras me mirabas a los ojos; y yo estaba tan enamorada que veía reflejados en tus ojos el amor que yo sentía sin darme cuenta de que tú solamente me dedicarías los días, dedicandole a las noches el amor que a mí me prometías.
Yo prometí ser tuya, y amarte y respetarte todos los días y las noches de mi vida, y lo hice a sabiendas de que en el amor no hay letra pequeña; que en el amor solamente hay una entrada y una salida. Todavía recuerdo la cara de satisfacción del cura que tú elegiste, y su malograda profecía; porque lo que Dios ha unido solamente puede separarlo el hombre.

¿Te dás cuenta? Aún sigo enamorada, porque darte el tratamiento de hombre resulta generoso e inmerecido. Lo peor de amar sin ser amada es la descorazonadora seguridad de que has sido víctima de una cruel estafa; y así me siento yo: defraudada, engañada, estafada...
Lamento haber estado ciega todos estos años, porque no sé de nadie que necesite una cama vacía; ni un crucifijo que le mire de soslayo con cara de preocupación y lástima. Las personas como tú no guardais amor para nadie que no seais vosotros mismos, empeñados como estais en amaros en solitario. El perdón nace de un deseo sincero de ser perdonado; pero  creo que en tu espíritu rebelde no cabe ni un milisegundo de arrepentimiento. Este terco empeño en convertirme en paladín de una causa imposible ha vencido todos mis huesos, dejándome relegada a un simple lazarillo vagando por un laberinto al lado de un mentiroso ciego. Has quemado lo poco que quedaba de tí y de mí, empeñando el oro de tus dedos en una partida a muerte con oníricas sirenas. Has cubierto mis desnudos hombros de soledad y silencio, alentándome a sobrevivir con un millón de recuerdos y un despertar casi siempre enfurecido, y eso es algo que yo no me merezco. He perdido tantas y tantas veces la batalla contra mí misma que solamente encuentro guerra entre tú y yo, y es que el legado que ha dejado tu violento paso por mi vida ha consistido básicamente en pequeñas escaramuzas contra la sensatez.

¿Cómo mirar hacia otro lado cuando todo me recuerda que has vivido con pasión entre las nauseabundas procesiones de la carne solapada de noche y plañideras de alquiler? Has estrellado nuestras vidas contra la noctámbula epidermis de docenas de sirenas ciegas, siendo prisionero para siempre del abismo de su mirada y de sus cantos, navegando sin timón ni timonel. Camuflada en la noche de su piel morena vienen a entonar su melodía, coreada tu lujuria con su astuta melodía, cómplice asesina de un mal polvo pagado con tarjeta.
Desde que te has convertido en asesino de recuerdos no dejo de limpiar mi ventana, oscurecida por el vaho que provoca tu ausencia y mi desgana en el vaivén constante de la pocas luces que aún te quedan.
Es triste de admitir el poco trabajo que cuesta empujar una puerta para cerrar otra, abriendo paso a la soledad de unos brazos que solamente reclaman efectivo para abrirse de piernas. Esos lazos efectivos no guardan abrazos ni caricias, son como la hiedra que deja sin savia a su triste huésped.
El amor que se muere jamás ha de ser resucitado; porque no hay ningún tipo de heroísmo en el rescate de un recuerdo. Mi mayor error ha sido creer que es posible amar sin ser amado; porque cuando el amor se muere por completo solamente el descrédito puede resucitarlo, sacando a la luz noches de vómito y miedo; de cristales empañados en la absurda desesperanza de creer que algún día todo volvería a ser lo que era.
Hoy debo ser fuerte, y admitir que vivía encarcelada en una silenciosa soledad en la que yo siempre esperaba algo de tí y nunca encontraba nada. Creía haber besado al sapo de mi vida; pero con el paso de los años el que antaño fuera mi príncipe está demasiado empeñado en recuperar su condición de batracio; y me observa desconcertado con sus ojos inexpresivos mientras me afano en explicarle que el amor es cosa de dos; que de nada sirve esperarle despierta noche tras noche con la esperanza de que algo haya cambiado; que esa noche no regrese con el sabor a los besos de otra, con el olor al cuerpo de otra, con la mirada tan perdida en el recuerdo de otra que ambos sabemos que nos hemos perdido para siempre.
Estoy cansada de miradas tan vacías como tu cartera; esperando siempre una disculpa que nunca llega. Creía que nunca lo diría; pero Oscar Wilde tenía razón cuando afirmaba que "Cuando los hombres aman a las mujeres solo les dan un poco de su vida, mas las mujeres, cuando aman, lo dan todo"
Solamente puedo decirte: Adiós.