sábado, 4 de febrero de 2012

Asistir al nacimiento de algo es el hecho más grandioso que conozco. Asistir al nacimiento de las ideas es algo apoteósico cuando es compartido. Hasta hoy mismo yo siempre había sentido miedo a liberar ese torrente de pensamientos que todos tenemos; y mucho más ante unos extraños; pero ¿de qué sirven todas esas ideas si no las exteriorizamos? Dejemos de ser extraños los unos para los otros, compartamos ideas. Yo empezaría con algo simple. ¿Qué tal un poema?




Madre


Madre… cuando tengo frío a tí acudo,
cuando el alma escuece, y el silencio
llena de arena mis pupilas. Eres mi escudo,
el firme muro que mi esencia encierra.

Las estrías de tu pecho son testigo
de semillas firmes en vientre terso;
mudos testigos de que el tiempo
hace su camino en sentido inverso.

Comencemos este viaje, pues no me asusta
que tú vuelvas a ser niña y yo más viejo;
que la vida se proyecte ampliada en este espejo.

Madre… aún hay fuego en tu mirada,
reflejos de una belleza rabiosa, una llamada
que angustiosa busca salida de su cárcel.

No en vano encierra su misterio; y ese ángel
lanza una mirada furtiva hacia adelante.
No es aún tarde para nada.

1 comentario:

  1. Y qué mejor forma de empezar, que hablando de una madre, el origen original de todo esto? Claro que sí!

    Encantada de ser la primera en estrenarte!
    Eres todo corazón, Balagarín, y se nota en todo lo que escribes!!

    Nunca tengas miedo de enseñar lo que haces. El simple hecho de mostrarlo ya dice más de tí que cualquier mala palabra que te puedan dirigir.
    Y ya sabes que siempre hay personas a las que no merece la pena escuchar.

    Tú sigue escribiendo tan bien como haces, y exprimiendo esa cabeza llena de historias. Estoy segura de que Las reliquias del silencio será el primero de muchos!

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