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domingo, 15 de diciembre de 2013

Nostaldia




Escamas brillantes de un sol endurecido cortan las manos llegando hasta el hueso. No brota sangre. Nunca brota sangre, porque el recuerdo mana del alma, y sus invisibles humores se enredan invisibles en los labios como frágiles telarañas. Solo el deseo es capaz de escapar de tan extraña cárcel, y los suspiros que se escuchan desde lejos se empeñan en grabarse a fuego en el pensamiento. El cielo parece calmarse. Un grillo canta. En el silencio de su última mirada, un búho, deslumbrado, se espanta, y vuela alocado chocando contra las paredes.

Cárcel y carcelero se alejan unidos por la misma soga.

sábado, 27 de abril de 2013

Instrucciones para llegar a ser un buen amante.











Instrucciones  para ser un buen amante:

 (By Balagar)

 

En primer lugar yo aconsejaría olvidarse por un momento de uno mismo. Esa sería la norma fundamental para llegar a convertirse en un amante de primer nivel. Una vez aclarada esa premisa puntualizar que ser un buen amante no significa follar bien, ni saber muchas posturas; sino más bien comprender y dominar una serie de conductas que generalmente solemos pasar por alto. Si es usted de los que acuden regularmente a profesionales absténgase de poner en práctica mis consejos. Se ahorrará dinero. Además, de todos es sabido que ellas le dirán igualmente que es usted un amante excepcional. Es una simple cuestión de precio y de cortesía profesional.

Este manual pretende recoger simplemente una serie de consejos básicos, útiles sobre todo en el caso de que usted decida dar el gran salto y pasar de ser un amante ocasional (insulso e inexperto) a un amante permanente. En el caso de que usted haga uso  de aventuras anónimas y pasionales, del tipo “atropello y fuga”,  puede leerse este punto y abandonar la lectura inmediatamente. Este manual pretende corregir ese tipo de actos egoístas. Si  usted es de los que buscan ante todo su propia satisfacción, dedíquese mejor al onanismo. Disfrutará igualmente y  se cansará la mitad.
En el caso de ser su primera experiencia, déjese aconsejar por compañeras más experimentadas. Este manual no pretende ser una hoja de instrucciones. Si lo desea puede usted acudir al Kama Sutra u otro tipo de textos especializados, muy abundantes en internet. Haga la prueba: teclee la palabra teta o culo. Increíble, ¿verdad? Bueno, supongo que todos lo hemos hecho al menos una vez por probar… Lo importante es que una vez vencida su curiosidad deseche ese tipo de bazofia. No tiene el suficiente rigor científico.
 Lo que yo le propongo está basado en años de observación y evolución constante. Volvamos al Kama Sutra. Es el libro sagrado por excelencia; es la Biblia de los folladores. En el caso de ser usted de lectura lenta no se preocupe, porque incluye fotografías bastante explícitas. Lectores lentos pero de finales rápidos, limítense a leer. ¡Prohibición absoluta de mirar las ilustraciones!
 (Detalle importante: Absténganse de su puesta en práctica aquéllos poco dotados o de capacidades atléticas limitadas. Hay posturas que cuestionan seriamente las leyes más elementales de la física. Otras son directamente imposibles de poner en práctica, a menos de que sea usted un nativo mandingo, que lo dudo mucho.) 


Punto nº 1 Ponga su mente en blanco. Déjese llevar.

Este punto es fundamental. Si pretende dejar una huella positiva en su partenaire debe olvidarse por un momento de la final de la Champions, de los balances de fin de mes y del cambio de aceite del coche. Una buena elección de ambiente y de banda sonora es importante. Evite en la medida de lo posible la parte trasera de su coche, los retretes públicos y otra serie de lugares exentos de intimidad. Es recomendable utilizar una buena cama con un colchón de calidad y somieres reforzados; pero cualquier lugar es bueno si su compañera está de acuerdo. En el caso de las bandas sonoras no me atrevo a sugerir nada, porque los gustos musicales son muy particulares, pero yo desaconsejaría totalmente el metal punk, el tecno ska, los panchos y los poutpourrís de las tunas. (Insisto, es una opinión particular. He disfrutado de encuentros sexuales maravillosos al ritmo de “Clavelitos”, pero no es algo muy habitual). En la película de Emmanuel (ojo, no confundir con “ Er Manué”) hay un par de temazos muy recomendables; pero ustedes mismos… Para gustos se hicieron los colores. Un auténtico referente en este campo es el “Je t’aime moi non plus” de Jane Birkin & Serge Gainsbourg. Advertencia para los neófitos: Gástense un poco de dinero en buena música. Si les vá más el rollo “piratilla” o son adolescentes descárguense de internet unos buenos temas. No utilicen “Dora la exploradora” o “Barrio Sésamo” simplemente porque les sale gratis. El éxito de una buena relación está muy condicionado por este tipo de detalles que parecen irrelevantes a primera vista.


Punto nº 2 Relax. Olvídese de las prisas.

   Eso incluye apagar el teléfono móvil. Es aconsejable esconder el reloj despertador, porque puede sentir la tentación de calcular medias comparativas con relaciones anteriores. No se obsesione con la duración de su encuentro. Si padece de algún tipo de trastorno que acelere su excitación puede proveerse de preservativos con acción retardante. En casos extremos, acudir a un especialista. Los métodos caseros (como imaginarse a es@ vecin@ tan pelud@) está demostrado que no funcionan y además le crearán a la larga un trauma difícil de superar. Mezclar pesadillas recurrentes en momentos de fantasía sexual es un cóctel demasiado peligroso. Mejor vuelva al punto uno.



Punto nº 3 Tómese su tiempo.

    Una buena relación comienza por una buena excitación. Dedíquele a su compañera las caricias necesarias. En el caso de que usted sea eyaculador precoz vuelva a leer con atención el punto 2, y hasta que no lo tenga solucionado no intente completar este manual.



 


Punto nº4 Acepte con humor los imprevistos.

 Puede suceder que ese día se encuentre usted extrañamente cansado, y que no haya sido una idea demasiado buena despertar el instinto sexual de su compañera. Acéptelo con humor (aunque maldita la gracia que le vaya a hacer a ella). Para tratar de vencer esa indeseable apatía le sugiero que se anticipe en la medida de lo posible con una buena provisión de los artículos necesarios (en privado le puedo ofrecer el teléfono de una acreditada Tupper Sex). Existe en el mercado un impresionante catálogo especializado, capaz de  proveerle de cualquier artículo que usted considere necesario para aumentar su líbido (eso incluye prótesis temporales). Si su problema está originado por un deficiente riego sanguíneo acuda a su médico de cabecera. Con receta médica le puede dispensar Levitra o Viagra a discreción, no se preocupe. Para casos de flatulencia inoportuna o indigestiones severas con reflujo le recomiendo una visita discreta al cuarto de baño momentos antes de iniciar su aventura. Es  totalmente normal sentirse así alguna vez en la vida, no se preocupe. Puede estar motivado por el miedo al fracaso. Una vez superado el punto de los posibles imprevistos estamos “listos para la acción”.


Punto nº 5: Listo para la acción.

 Ya ha superado con éxito lo más difícil, que son los preámbulos. Su relación avanza “viento en popa” (no, no es ninguna referencia a ningún tipo de imprevistos tratados en el punto anterior).
Usted está animado. Su arma está cargada y en perfecto estado de revista. Su compañera le mira con ese brillo especial en los ojos. Ha llegado el momento… 
No se ponga nervioso. Destierre (momentáneamente al menos) de su imaginación verbos tan manidos y coloquiales como “espatarrar, poner a veinte uñas, espetar, clavar, mamar… Aparte de ser vulgares conllevan una serie de actitudes que nos conducen de nuevo a la introducción de este manual (ya estabas pensando en otro tipo de “introducciones”, ¿verdad que sí, pervertidillo?). 
Como he dejado muy claro desde el principio se trata de compartir, de ser generosos, de complacer a nuestra compañera… Céntrese en recoger esos mensajes subliminales que ella le está dedicando. Lea entre líneas. Escuche su respiración, dedique más caricias a esas zonas que ella declama con mayor ansiedad a través de sus posturas corporales. Sus gemidos le pueden estar indicando dos cosas: que le está gustando lo que usted le está haciendo en ese determino instante ó que le está usted destrozando la epidermis con su barba de dos días. Vamos a suponer que usted ha tenido el suficiente sentido común de acudir a su cita en un buen estado higiénico (lo cual incluye el afeitado y el empleo de un buen desodorante. No lo he mencionado antes porque parecía obvio.) No confundir gemidos con alaridos. Los gemidos son simplemente orientativos, nos dicen en qué dirección nos movemos. Los alaridos son el indicativo inequívoco de que no podemos ir más allá. Deje de hacer lo que sea que esté haciendo. Ha llegado usted muy lejos para cagarla. Serénese. Ya habrá tiempo para eso. 


Punto nº 6: Ella también está preparada.


 Ha llegado usted casi al final de la meta. Ella le susurra al oído que “ha llegado el momento”. Siga al pie de la letra sus instrucciones. A partir de este momento “viaja usted solo”, porque este servidor es incapaz de darle ningún consejo. Ha llegado usted al temido punto de “no retorno”. Como el 99 % de mis congéneres yo también me he vuelto loco al llegar a este punto, y mis hormonas han colapsado mi cuerpo hasta el extremo de convertirme en un auténtico depredador. Debería de habérselo advertido a usted al inicio de este manual para no hacerle perder el tiempo; pero me apetecía comprobar que usted, al igual que yo, todavía cree en los Reyes Magos. El secreto para ser el amante perfecto no se lo contaría un hombre jamás a otro, y mucho menos de manera gratuita. Solamente su pareja tiene la clave para convertirle en “su” súper-amante. Nuestras pequeñas particularidades nos hacen únicos. En el amor, como en el sexo, no se puede generalizar; y mucho menos dar consejos.
Buena suerte.


 Feliz fin de semana.

viernes, 19 de abril de 2013

La vecinita. Reposteado a petición de un gran amigo mío.






 



La vecinita

Todos tenemos "una vecinita". En mi caso particular han sido muchas y muy
variadas "mis vecinitas". La que ahora me ocupa es la última en instalarse a
escasos metros de mi puerta. Se me desboca el corazón cuando escucho su
puerta y he de reconocer que en algunas ocasiones incluso he llegado a
espiarla por la mirilla.
Sé que para algunos puede ser una especie de sueño erótico, un fetiche, una
fantasía deliciosamente tentadora; y que debería de sentirme halagado por
sus continuas visitas en reclamo de atenciones; pero me acobarda una mujer
así. Es así de simple: Me acojono cada vez que la espío desde detrás de mi
puerta.
 Mi "vecinita" más que un sueño se está convirtiendo poco a poco en un
constante motivo de inquietud.. Soy consciente de que no es correcto hablar
a espaldas de la gente; pero necesito descargar toda la tensión que me
produce la simple idea de imaginármela una noche más aporreando
insistentemente mi puerta en reclamo de unas atenciones que me siento
incapaz de darle. No acepta una negativa; he intentado darle largas con
respuestas evasivas; pero nada funciona... Ella sigue viniendo
insistentemente una noche tras otra con las disculpas más banales. La semana
pasada me dijo que se había dejado olvidadas las llaves en su casa (si; la
invité a pasar a mi casa... ¿Qué otra cosa podía hacer?). No es la primera
vez que sucede y me consta que no soy el único al que ha pedido cobijo; pero
no me siento celoso por ello. Lo que realmente me ha dejado sin habla ha
sido una de sus últimas peticiones...
Serían aproximadamente las ocho de la tarde cuando se me planta desafiante
ante el marco de mi puerta y me espeta un: "Necesito que me ayudes a subirme
las medias". Imagínate la situación: Mi mujer observándome incrédula desde
el sofá del salón, el peque haciendo un paréntesis en su hasta el momento
inmejorable representación de uno de sus capítulos favoritos de Ben 10, su
gato maullando zalamero y frotándose entre mis piernas y la sartén acabando
de carbonizar unas croquetas que más bien parecían conguitos...¿Qué hubieses
hecho tú? Pues no; no se las subí; ni le abroché el maldito botón de sus
pantalones cuatro tallas más pequeños de lo que le correspondían, ni volví a
entrar en su casa a ponerle las zapatillas después del paseo de la tarde; ni
volveré a tener que negarme a quitarle las puñeteras medias de descanso. Me
da igual que tenga setenta años y esté medio loca. Me dá igual que se aburra
en su casa y no tenga con quien hablar. Esa tarde cruzó todas las barreras
que mi educación se sentía obligada a franquearle. Ese día me convertí en
otro de esos vecinos asquerosos y a los que siempre he odiado que se limitan
a espiarte desde la seguridad de su puerta acorazada fingiendo que no están
en casa.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Renovación.

 

Después de la tormenta siempre llega la calma
Desde la buhardilla de mi desván vuelvo a ver el sol lucir.


 Renovarse o morir... Hay momentos en la vida en los que es necesario echar la vista atrás y reconsiderar actitudes y aptitudes. Estas semanas me las he pasado inmerso en una especie de "pequeña crisis personal".

Los que me conoceis un poco seguro que ya os habíais dado cuenta; pero los que no me conoceis estais en inferioridad de condiciones, así que creo que es justo que os dé una explicación. No es propio de mí permanecer callado, y mucho menos aceptar las embestidas de la vida con sumisión; pero he de reconocer que siempre hay una primera vez para todo; y a mí esa primera vez  me ha pillado por sorpresa. No volverá a suceder..

Supongo que los cambios de estación siempre me han afectado, pero nunca antes me había sentido tan desganado y descontento con todo lo que me rodea. El miedo a la vida y a la muerte siempre han sido una constante en mi vida (supongo que  a todos los que ahora me esteis leyendo os sucederá algo parecido), pero me ha podido el desgaste de ver familias a mi alrededor arruinadas de la noche a la mañana, merodeadores nocturnos en lo que yo humildemente considero basura, suicidios que podrían considerarse asesinatos, deshaucios emocionales, deshaucios económicos...


No me ha quedado otro remedio que renovar mis puntos de vista, obligarme a mí mismo a no sentir empatía con todo lo que me rodea . Es por ello que mi desván se ha visto afectado por todos estos cambios. He procurado ordenarlo un poco, y darle un poco más de luz; porque ahora que se avecina el invierno quiero pasar más tiempo aquí. Espero que os resulte un poco más acogedor. Bienvenidos de nuevo.

sábado, 15 de septiembre de 2012

La cárcel de los juguetes.





Existe un lugar en el colegio al que los niños evitan acudir. Es una especie de "triángulo de las Bermudas infantil", con su propio agujero negro justo en medio del patio de juegos. Los niños recién llegados hablan de él con un respeto casi místico, y es que aunque parezca una inofensiva tapa de alcantarilla todos los niños saben desde el primer día de recreo que es en realidad una monstruosa trampa que engulle todos los juguetes que se acercan por allí.
En un principio yo creía que se trataba de una infantil leyenda urbana, y que los juguetes se perdían enmascarados en laberínticas historias de mochilas y manos ajenas; pero hoy he visitado el mausoleo en el que descansan algunos de los juguetes preferidos de nuestros hijos, y no he podido evitar sentir cierta empatía con sus inocentes lágrimas. Durante unos segundos me ha inundado la nostalgia de los años en los que mi mayor preocupación también consistía en proteger mis tesoros infantiles, y no me ha quedado otra alternativa que compadecerme de ellos.
Para evitar tentaciones de románticos rescates (y con ello prevenir accidentes no deseados) se ha soldado la tapa, con muy buen criterio a mi entender; lo que le confiere a la cárcel de juguetes un cierto aire de inexpugnabilidad muy misteriosa y apetecible; y es que dá la impresión de que un infantil aprendiz de Alí Babá merodea por el patio tratando de deletrear la complicada fórmula de "Ábrete Sésamo". Gracias a la cueva del tesoro de juguetes hoy he tenido la ocasión de inventarme un nuevo cuento para mi hijo. Hay que encontrar el lado positivo a todo...

domingo, 15 de julio de 2012

Fuera de cobertura


 Estos días me los he pasado desconectando del mundo, retomando esa vieja máxima de que solamente estando en paz con uno mismo puede uno estar en paz con los demás. Me ha costado un poco encontrarme a mí mismo; porque solamente a primera hora de la mañana y de la tarde puede uno asistir a momentos de auténtica intimidad. Este verano le ha tocado el turno a la costa blanca. A caballo entre Torrevieja y Guardarmar me he sentido como un extranjero más, unido por instinto a los movimientos migratorios de una masa que se expresa en todos los idiomas imaginables menos el español. Confieso que me he sentido tentado en algunos momentos de hacerme pasar por uno más de los miles de ingleses, alemanes, finlandeses, ucranianos, etc que amparados por el poder que les confiere la debilidad del euro español levantan la voz en sus idiomas maternos exigiendo un trato de favor que en muchas ocasiones no merecen.
Debe de ser mi naturaleza pacífica la que me impulsa a mirar hacia otro lado asqueado al observar la mirada prepotente de quienes parecen más empeñados en humillar a camareros y cajeras de supermercado que en disfrutar realmente de sus vacaciones.
Supongo que es una consecuencia más de esta sociedad tan competitiva, esta sociedad en la que mirarse a los ojos es un atrevimiento que nace más de un deseo de enfrentarse que de un deseo de conocerse. En todo caso yo me limito a ocupar mis días en mi desconexión particular, centrándome en los pequeños detalles que llenan mis horas muertas; como los extraños paisajes lunares que sobreviven esparcidos a través de la playa después de los juegos de los niños.
Cuando las playas se quedan desiertas es cuando se puede realmente escuchar el rumor de las olas refrescando tu alma adormecida. Ese es el momento mágico; el momento en el que puedes salir de tu escondite, a salvo de miradas indiscretas, y abandonarte a los juegos que el pudor te impide realizar a plena luz del día. Las parejas de adolescentes se refugian en el anonimato de sus toallas extendidas a modo de mantas improvisadas, haciendo que renazca en tí un deseo de retroceder en el tiempo tan recurrente como imposible.
Estos días me los he pasado cumpliendo deseos que siempre voy posponiendo; y he disfrutado torturándome al sol, dejando millones de células de mi cuerpo abrasadas sin misericordia a pesar de atiborrarme de cremas protectoras. He disfrutado de la compañía de mi mujer y de mi hijo; grabando para siempre en mi memoria carcajadas y experiencias que me alimentarán día a día hasta que pueda volver a disfrutar de otro momento de desconexión.
He acabado de leer tres libros, y me he sentido tentado en más de una ocasión de lanzarme al vacío devorador de intentar escribir yo algo que merezca la pena compartir con los demás; algo que deje constancia de lo vivo que me siento y que siempre me he sentido; pero supongo que eso podrá esperar; porque ahora lo que toca es volver a la rutina diaria;  con sus madrugones obligados que nada tienen que ver con la búsqueda de un amanecer perfecto. Ya estoy de vuelta; de nuevo en la deshumanizada civilización. Ya tengo cobertura. Ya estoy operativo.
¡¡Paso, que voyyyy!!


sábado, 30 de junio de 2012

La musa



Me había prometido a mí mismo que iba a huir de todo aquello que circula por las redes sociales, y que en la medida de lo posible no iba a colgar ninguna foto que no fuera original; pero me he quedado extasiado con esta imagen, y como no puedo quitármela de la cabeza la comparto con vosotros a ver qué os parece. A mí me parece sobrecogedoramente triste y emotiva; y nada más verla se ha convertido en una de mis nuevas musas, porque me ha impulsado a escribir como un loco. El mensaje tampoco está nada mal...

sábado, 19 de mayo de 2012

El solitario banco vacío.



Llegará el otoño, y mi banco se quedará vacío, porque a nadie aguardará hasta la llegada de una nueva primavera. Nada esperará que no sea la visita del inmisericorde frío. Vigilará en silencio las idas y venidas de la gente asumiendo que de él nada se espera. Echará en falta sin duda mi agradecida mirada, la quejumbrosa compañía del columpio ya oxidado y su chirrido. Echará en falta las risas de los niños, el olor a café recién hecho y bollería, las tertulias de los viejos entreteniendo con su amena charla el desmayar del día. Y su espalda dirá cansada que está harta ya de soportar botellones clandestinos y cagadas de palomas descompuestas. Y volverán de nuevo los orines a recordarle que no es necesario tener cuatro patas para comportarse como un animal.
Llegará el otoño, sin duda; pero ahora es primavera; y aunque el buen tiempo haya dedidido no hacer acto de presencia me acercaré a mi banco favorito para leer juntos una buena novela.

sábado, 21 de abril de 2012

Desangrándome trago a trago. Semper fidelis.




Hoy he vuelto a sentir mariposas en el estómago. Las he sentido azotarse erráticas por las paredes de mi estómago al verla acompañada de nuevo por ese imbécil con sonrisa de 6500 euros. He podido sentir sus alas desgarrarse diluidas por el ácido de mis jugos gástricos, envueltos sus agonizantes chillidos por la más reciente y sangrante de mis úlceras. A su lado caminaba ella, orgullosa de sí misma. En las hombreras de su costosa chaqueta de lana pude reconocer los miles de momentos de felicidad pasada que se llevaba con ella adheridos. Ahora todo le pertenecía a él.
Cabizbajo y humillado he tratado de encontrar el camino de regreso a mi casa. No ha sido fácil; y menos en mi estado. Una vez en casa he intentado una vez mas escapar de este círculo maldito de espinas y cajones cerrados con llave en el que ella sobrevive; pero ha sido inútil... ella siempre sobrevive...
Mil veces he estado a punto de incinerar lo poco que aún me queda de ella, y mil veces he abandonado esa idea homicida, porque si tratase de quemar ese recuerdo me sentiría un asesino. Los recuerdos no pueden borrarse de un día para otro; y mucho menos los que durante tanto tiempo te han llenado de vida. Es por eso que me he convertido en un borracho, limitándome a observar los castigos que me inflige con lentitud el paso del tiempo.
¿Crees que estoy solo? Te equivocas... Los bares están sedientos de borrachos que no saben beber y vivir, ni vivir sin beber. Está claro que ellos también han pasado por algo semejante, porque desean olvidar en la manera en que lo hacen, engullendo a grandes tragos toda su inseguridad, sus miedos y frustraciones. Somos una legión de perdedores que nos matamos en silencio trago a trago.
Debe de ser un efecto secundario generalizado, un efecto indeseado de esta estricta dieta baja en alegrías y alta en decepciones la que provoca este vacío en la mirada; un vacío que te llena de su misma nada y te conduce sin querer al miserable lugar donde tus células han decidido aparcar su condición de humanas.
Es así que nos resulta indiferente orinar o defecar en plena calle, abducido nuestro raciocinio por una etiqueta con una graduación alcohólica.
El único lugar que no se atreve a ocupar nadie en esta selva de marchitos perdedores es el que está al lado de la máquina tragaperras. He tardado en darme cuenta del por qué. Bajo su estudiado aspecto inofensivo descansa fundida en su metálico esqueleto una extraña aleación. Se trata de un compuesto indetectable que actúa como un agujero negro, devorando y consumiendo a todo el que se acerca confiado. Es una serpiente camuflada que inocula su veneno sin hacer distinciones, destrozando por completo al incauto que se acerca atraído por su hipnótico cortejo de luces de colores y melodías infantiles.


Semper fidelis?





De blanco y por la Iglesia. Eso era lo que ella decía. No pude evitar enamorarme de ella... ¿Por qué? Ni yo mismo lo sé... Tal vez porque me pareciera que enamorarse era algo romántico; tal vez porque envidiaba lo que había visto reflejado en los ojos de los demás cuando se enamoraban; porque no lo supiera o no lo pudiera evitar.. nunca lo sabré. Lo cierto es que aprendí a saborearla tan intensamente que su olor y su sabor me acompañaban cuando me iba de su casa, y su recuerdo me envolvía llenándome de paz. Todo me sabía a ella, y eso se reflejaba en mi conducta. Una sonrisa peremne y adolescente adornaba todo cuanto decía, y mis ojos brillaban como los deflectores de un campo de concentración. Su aroma a menta y hierbabuena impregnaba mi ropa aún después de lavarla.
Luego llegaron las decepciones, y con ellas las lágrimas. Recuerdo perfectamente todas las noches de permanente insomnio sin otra luz que la de su ventana solitaria atrayéndome como una carnívora luciérnaga. La sospecha de intuir que me engañaba se convirtió en certeza de la manera más cruel a dos meses de casarnos, cuando me los encontré desnudos sobre el mismo sofá de piel en el que a mí tanto me gustaba dormitar y que aún pagábamos a plazos. En mi caso no hubo nota de romántica despedida, porque todo el amor que yo sentía agonizaba gimiendo entre la ropa esparcida. ¿Cómo no me iba a convertir en un alcohólico?
Soy un alcohólico, y lo sé; pero solamente cuando el vómito me obliga a permanecer expectante al carrusel de mi vida soy capaz de sentir algo parecido a la ausencia de recuerdo. He intentado aprender a olvidarla de todas las maneras; pero la única que puedo permitirme en estos momentos es la bebida. El resultado de mis experimentos siempre es ahora el mismo, y mi piel amarillenta no soporta ya más su ausencia. Recorro solitario y en silencio cada noche las aceras que separan mi portal del bar más cercano, y lo hago como un lobo solitario sin manada en la que refugiarse. Es un camino corto y aprendio de memoria; el único que me dá una mínima seguridad de que sabré volver a casa cuando el amanecer me sorprenda de nuevo desnudo y prisionero de su maldito y maldecido nombre. Soledad.
Mi idea de hogar se quedó aquella tarde convertida en un asqueroso cuchitril que apesta a meados y humo de cigarros consumidos con tristeza. En mi taburete de siempre engullo mi vida a grandes tragos hasta que me caigo al suelo y alguien me recoge, sugiriéndome en mi mismo idioma incomprensible que ha llegado el momento de volver a casa. Ellos se han convertido en mi única familia, y soy feliz al lado de mi manada de perdedores. Juntos rendimos pleitesía a una botella de whisky barato, y aullamos a la luna llena, a la luna menguante y hasta al mismísimo sol sin permitir que nadie se atreva a decirnos lo que es mejor para nosotros.
Cuidamos los unos de los otros hasta el preciso momento en el que cruzamos el umbral de nuestro hogar de regreso a una casa que nos llena de ausencia y miedos, una casa donde el ácido amargor de nuestros vómitos se mezcla a partes iguales con espejismos irreales de una placentera vida pasada. Sabemos que son producto de nuestra sed, pero nos dá igual, porque hemos aprendido a convivir con el vértigo que provocan los recuerdos girando sobre nuestra conciencia hasta hacernos perder el sentido.
Hoy me he atrevido a mirarme de nuevo en el espejo, y los titubeantes cristales no se han atrevido a devolverme la imagen que yo recordaba de mí mismo. En su lugar me devolvieron un rostro envejecido, unos ojos extraños y unas manos temblorosas y ausentes de vida. Comprendí entonces las enloquecidas carreras de las madres apartando a sus hijos de mi camino, y el verdadero motivo de que me mirasen con esa decepcionante expresión tan familiar ya para mí, mezcla de miedo, asco y lástima. Me he estado convirtiendo poco a poco en el peor de los animales; un animal que tiene apariencia de humano pero que a la vez está muy lejos de serlo. Me había estado alimentando de mí mismo, robándome la oportunidad de darle satisfacción a la misma Muerte. Vivía enjaulado en un vaso de cristal, alimentándome de mis delirantes y contradictorios recuerdos; y no hay nada en este mundo más destructivo que los recuerdos, cuando todo lo que te empeñas en recordar está carente de vida.
Ahora creo que ya estoy listo para dejar de recordarla. Han sido necesarios cuatro intentos de suicidio involuntarios para darme cuenta de que yo merezco vivir. Es así de simple. Merezco vivir, y para ello es necesario que dé sepultura a su recuerdo.
He dejado de envenenarme, y mi lengua reseca ha vuelto a recuperar poco a poco los sabores de la fruta madura, del café recién hecho y las tostadas sin quemarse a causa de una mano temblorosa de resaca. En mis intentos de redención he tratado de ser valiente, y haciendo acopio de todas mis fuerzas he intentado sostener en mis manos lo poco que aún me queda de ella. Lo guardaba todo bien cerrado en una caja de zapatos vieja. Aún no he tenido el valor de leer esas tarjetas.