sábado, 8 de junio de 2013

Cap. 39






Maraña se fijó en el pequeño objeto que aferraban las diminutas manos de la chica. No se había fijado hasta entonces; pero una pequeña figura brillaba aprisionada entre ellas. Se trataba de un pequeño colgante de oro blanco macizo representando a un unicornio con las dos patas delanteras alzadas. Sus ojos estaban rematados con dos magníficos diamantes exquisitamente tallados; y el realismo del animal era tal que parecía disponerse a escapar volando de un momento a otro como una libélula metálica y cornuda. Al coronel le pareció que Penélope había hecho una elección magnífica. De entre todos los seres mitológicos había escogido al más astuto y ágil de todos. Había escogido al único que solamente atendería a la llamada de una persona leal y bondadosa. Había mucho de nobleza en esa decisión. Un unicornio solamente se acercaría a una muchacha virginal y pura.

6 comentarios:

  1. Ohhh, me encanta! Me gustan tanto los unicornios...
    Besos Balagar!

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    1. Sabía que te gustaría, Nuria. Te viene como anillo al dedo. Tengo un amigo que los hace con papeles viejos y el resultado es increíble. A ver si le veo algún día para que me deje colgar una foto. Un abrazo y buen fin de semana.

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  2. Seres mitológicos, de enorme belleza y sensibilidad
    tan real dentro de lo irreal que encanta con su (no)presencia
    Buena decisión, como la mía que fue seleccionar un ojito que me llamó la atención de entre mis seguidores y vine hasta aquí, me gustó el relato y también la presentación que haces de ti.

    Un beso Balagar, te cuidas

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    1. Siempre es un placer leerte, Ame. Un fuerte abrazo. Buen fin de semana.

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  3. Tengo que decirlo pero, envidio de tu manera de escribir, realista, detallando todo con precision y belleza

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    1. El sentimiento es mutuo, Nicolás. Yo envidio sinceramente tu sensibilidad y tu manera de expresar cosas que solamente el alma puede llegar a entender. Un fuerte abrazo. Buen fin de semana.

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